Nos llegó su historia el pasado diciembre, la historia de LINCE y de su metro de cadena.
Le conocimos, le acariciamos, y le hemos ido dejando atrás…, él no puede seguirnos.
Llevaba ya entonces un año de condena. Ahora lleva 4 meses más, y fuimos de nuevo a verlo, y allí seguía LINCE, el último eslabón de un metro de cadena:
LINCE vive rodeado de una finca enorme que no puede pisar, de gente con la que ha crecido y a la que quiere pero que no pueden quererle a él (los opacos), de otros animales a los que puede ver cada día paseando libres a su alrededor. No podemos entender el por qué, pero ya sabemos que la estupidez es algo que corre paralelo a la condición humana.
No queremos hablar aquí de la mano que aprieta la cadena de LINCE, la misma que él no para de relamer cada vez se la tienden, porque así es la naturaleza del perro. No queremos hablar ahora de eso.
De lo que queremos empezar a hablar aquí ahora es de la mano que se la va a soltar. Eso es de lo que queremos hablar.
Porque todo son palabras…, y mientras la vida de LINCE corre inmóvil.
HOY EMPEZAMOS A DEJAR DE NUEVO A LINCE ATRAS
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28.12.10: LINCE, ENCADENADO, SU FAMILIA YA NO LO QUIERE
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